sábado, septiembre 17, 2005



De todas aquellas cosas efímeras que pasan frente a mis ojos rescato la hora en que las nubes se ven coronadas por el último rayo solar y su quitud por al menos unos siete minutos a eso de las nueve en verano y en invierno como a las siete y media de la tarde...
Adoro esa extraña sensación de poseer algo y que no sea mío, que esté frente a mi y no se quede, que caigamos en un contacto asensorial, mudo, pero con roces imaginarios.
Aún queda la última nube rosada y veo como se desvanece a la distancia... cero sentido de pertenencia, millones de sensaciones imposibles de traspasar, sueños que deslizan y se transforman en nada.
La última brisa me besa, me toca, me envuelve y se va.
Un reflejo transparente y confuso habla de mi, me muestra lo que no veo, lo que nadie ve, lo invisible.
La brisa vuelve a mí. Las nubes toman otro color, otra forma y todo lo que estubo aquí ya desapareció...

1 comentario:

caro.rodriguez dijo...

me encanta eso que dices y le encuentro total sentido, la posecion de algo puede ser la perdida del encanto... a veces suele pasar. A veces en la imaginacion, en lo imposible esta ese gustillo... es mas estupido si lo vuelvo a leer, pero es asi, somo todos los mismo seres humanos tratando de alcanzar lo imposible... gracias por tus post!!