jueves, septiembre 01, 2005

Cafe para Tres

Intento despegar los ojos después un sueño denso, pero algo breve. Veo borrosamente la imagen de mi padre, quien quizás lleva observándome horas, me besa la frente y veo como su silueta se escabulle entre los espacios estrechos de mi pieza. Veo como desaparece.
Miro por la ventana, deslizo mi mejilla por el cojín mientras las manos sienten el contacto con la temperatura ambiental, fría, típica de los día de abril.
Mi madre esta muerta, lo supe anoche. Escuche los gritos de mi papá y lo asumí con su beso matinal...cien cigarros traían sus labios. Yo no voy a llorar, ella se fue.
Los días de abril son fríos y tienen soles débiles, tardes agradables y mi madre murió.
Mi padre no lloro toda la noche, mi padre se murió con ella. Su beso matinal fue el modo de despedirse, de decirme que ya no es el mismo. Los cigarros en sus labios eran la duda.
Tomamos café mientras la gente de la funeraria se encargaba de prepararla para ser llevada a su velatorio. Mi padre lloro mientras tomaba café. El no estaba conmigo. El es inútil, torpe, pero es dulce y tiene buen corazón. El no lloro mientras tomábamos café, el me pidió perdón por irse con ella, esa noche, en su muerte, la muerte de ambos y aunque nuestras tazas contenían café, el café se llenaba de nuestras lagrimas y ahora ambos teníamos cigarros en nuestras bocas y nuestras bocas ya no tenían palabras ahora poseíamos mas códigos que una obra de el bosco, mas angustia que una imagen de brueghel.
El sonido agónico de la ropa deslizándose por la piel de mi madre nos estremecía y mientras las tazas ya no tenían café si no el mismo vacío que nuestros ojos desorbitados, ella al igual que cualquier día normal se engalanaba antes de salir a la calle. Volvió a ponerse sus zapatos de tacón fino y sus labios tuvieron el mismo color que usaba para ir los martes al trabajo. Hoy martes, en sus labios hoy es martes y nosotros le creemos a sus labios.
Mi padre tiene cien cigarros en la boca y una mujer muerta, yo tengo una madre muerta, un padre en el limbo y una taza sin café.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

aun esta colgado en la pared de mi dormitorio...es un hermoso regalo.

Anónimo dijo...

yo otra vez, gracias caro por ese lejano cumple siglos...

Anónimo dijo...

me gusta, me gusta.
hay un par de detalles, unas cuantas palabras que se repiten mucho a lo largo del texto. reiterar puede ser un recurso literario pero el exceso cansa. y el adjetivo "agónico" en el último párrafo no creo que sea el más adecuado, ya que la madre ya está muerta y confunde.
pero tiene estilo, tiene algo de Camus, por aqui y por alla. está bien (es lo primero que puedo leer de ti, gracias por este blog, un beso).

Anónimo dijo...

otra cosa

está lindo tu blog.
felicitaciones.

te añadí a mis links.