me arrendé

Todo lo que el espacio que habito pueda decir de mí es más clarificador que una explicación verbal saliendo de mis labios, nadie puede creerme que estoy bien si tengo convertido en un bodrio mi departamento y en mi velador hay un cenicero lleno de colillas y un vodka a la mitad (que en realidad me tomé acompañada hace unos días pero que aún no muevo de mi velador)

Pero el punto es que de algún modo lo simbólico (las señales) tienen un lenguaje menos pragmático, pero a la vez más subjetivo porque puedo pensar que tal desastre de proporciones se debe a mi vida ocupada que no me deja respiro para someterme a las labores domésticas (que odio en todos los aspectos) y mi hogar solo se ha convertido en un dormitorio.

Pero la verdad es que ordenando los objetos de mi casa, cambiando la posición de los muebles para cambiar un poquito la óptica siento lo agradable que es habitar en el orden y dejar un poquito el caos, pero el caos radica en mí y no hay mutación posible, en ese sentido imagino que los cambios son meras superficialidades (eso que dicen las señoras...le gente no cambia mijita)

Y ahora que los muebles tienen otra posición, que los discos estan ordenados alfabéticamente, que mi cama mira nuevamente al sur siento que habia dejado de pensar en algunas cosas y que ahora que lo espacial toma un supuesto orden lo mental comienza a desordenarse más.